La recaída, tal como su nombre indica, significa volver a caer. Cuando hablamos de patologías, el término recaída hace referencia a la reaparición de la enfermedad. En el caso del alcoholismo, la ludopatía o la adicción a las drogas, la recaída está asociada al hecho de volver a tomar o jugar. Más adelante veremos que en el ámbito de las adicciones no es lo mismo caer que recaer, aunque suele entenderse del mismo modo.
En cualquier caso, las recaídas son situaciones negativas evitables y no necesarias. Esto genera confusión (sobre todo entre los familiares) a la hora de comprender las adicciones, ya que es habitual pensar que lo normal es recaer. De hecho, existen mitos y falsas creencias asociados a las recaídas que pueden resultar perjudiciales para superar la adicción. Veamos qué son las recaídas, como prevenirlas y cuáles son los mitos asociados a las mismas.
¿Qué es la recaída?
Muchas personas pueden apartarse del juego, el alcohol o las drogas durante días, semanas e incluso meses. Debemos tener en cuenta que no todos los que beben o usan drogas padecen alcoholismo o drogadicción. Por lo tanto, no les supone un gran esfuerzo conseguir esta interrupción. Sin embargo, para los adictos detener el consumo puede resultar complicado. La mayoría de personas con adicción al alcohol o las drogas deben someterse a tratamiento de desintoxicación para conseguirlo. Dejar de tomar, en un primer momento, es por tanto un éxito. Pero esto no significa tener resuelta la adicción.
Una vez que el adicto consigue dejar de tomar comienza la abstinencia. Hoy en día la ciencia nos permite asegurar que los procesos de dependencia tienen carácter crónico. Es decir, las adicciones no desaparecen solamente dejando de consumir. Sin embargo, la abstinencia sostenida permite restablecer un estado de salud apropiado. Si pasado un tiempo se produce de nuevo el contacto con la droga, la enfermedad se vuelve a expresar y a esto lo denominamos recaída.
Algunos autores diferencian entre caída y recaída. Básicamente la recaída supone el restablecimiento del patrón de consumo compulsivo sostenido en el tiempo, mientras que la caída es una situación puntual y aislada sin una afectación considerable. Tanto una como otra suponen un alto riesgo de padecer consecuencias irreversibles a múltiples niveles.
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¿Qué provoca las recaídas?
La Organización Mundial de la Salud define las dependencias como procesos recidivantes. Es decir, enfermedades con tendencia a reaparecer. Esto debe interpretarse con cautela. El carácter crónico de la adicción implica esta tendencia, pero es justo incidir en la no necesidad de experimentar recaídas. Sin embargo, la negación, la ausencia de conciencia de enfermedad o la vivencia subjetiva de consecuencias poco negativas debidas al consumo, también pueden llevar al adicto a consumir una y otra vez.
Las principales causas que favorecen las recaídas se denominan factores de riesgo. Por ejemplo, mantener contacto con personas relacionadas con el consumo, frecuentar espacios donde se consumía anteriormente, etc. Las causas subyacentes en la génesis de la adicción (traumas, maltrato, etc.) también pueden estar involucradas en la aparición de recaídas. Por último, diferentes circunstancias de un componente emocional profundo pueden suscitar una recaída: un divorcio, la pérdida de un familiar, etc.
Dicho esto, debemos resaltar que las recaídas pueden y deben evitarse. Lo normal no es recaer. Sin embargo, pueden aparecer las recaídas ya que la rehabilitación es un proceso. Por ejemplo, muchas veces ocurren las recaídas como resultado de una gestión inadecuada del síndrome de abstinencia. Todos estos aspectos son debidamente tratados en la clínica Ivatad en Valencia con tal de evitar las recaídas.
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¿Cómo se puede prevenir una recaída?
Por suerte, la recaída en adicciones se puede evitar adquiriendo conciencia de enfermedad y con el estricto cumplimiento de las pautas prescritas por los terapeutas. Además, prevenir las recaídas requiere de un seguimiento sostenido en el tiempo. La ludopatía, el alcoholismo o la adicción a la cocaína, no pueden resolverse en un par de meses. Por ejemplo, el tratamiento para la adicción a la cocaína debe extenderse durante varios años..
Si cumplimos lo anterior, las perspectivas de conseguir recuperarse y vivir una vida satisfactoria son muy altas. A corto plazo, la mejor forma de prevenir las recaídas es evitar los factores de riesgo, como suprimir el contacto con personas relacionadas con el consumo. A más largo plazo, mantener el contacto con profesionales especialistas en adicciones y con otras personas rehabilitadas, es la forma más segura de evitar las recaídas con el paso del tiempo.
Mitos sobre las recaídas
Muchas de las personas que intentan dejar una adicción vuelven a consumir en los tres primeros meses de tratamiento. No es una cuestión de azar, ni de buena o mala suerte. Es una cuestión de evitación de factores de riesgo, intensidad de tratamiento, cumplimiento y conciencia de enfermedad. Sin embargo, socialmente existen mitos y falsas creencias acerca de las recaídas que pueden perjudicar tanto a los pacientes como a los familiares del adicto. Estos son algunos de los principales mitos acerca de las recaídas:
La recaída es sinónimo de fracaso: falso
Tener una recaída no es sinónimo de fracaso sino de haber cometido un error en rehabilitación. Esto resulta importante ya que la falsa creencia de que recaer es un fracaso puede contribuir a que esta se produzca una y otra vez. Instalados en la vivencia del fracaso lo más habitual es abandonar el tratamiento y seguir consumiendo, con consecuencias impredecibles. Si estás en tratamiento y tienes una recaída, habla con tu terapeuta y sigue sus indicaciones. Trabajar los aspectos que te han llevado a consumir te permitirán una rehabilitación sostenida.
La recaída es señal de falta de motivación: falso
La tendencia a repetir el consumo (sobre todo en el primer año) es parte de la enfermedad de adicción, incluso en personas que están motivadas a dejar de hacerlo. No se puede garantizar la abstinencia únicamente por tomar la decisión de empezar la recuperación. Una vez estemos motivados será necesario pasar a la acción y sostener esa actitud en el tiempo. Pasar a la acción implica cumplir con exactitud las indicaciones del terapeuta. Por lo tanto, estar motivado no es suficiente (aunque sí imprescindible) para resolver una adicción. El problema reside en que la motivación a menudo es oscilante.
La recaída empieza en el momento en que se vuelve a consumir: falso
La recaída suele empezar mucho antes de volver a usar la droga (recaída psicológica). A menudo ocurre cuando se acumulan sentimientos negativos o gestionamos indebidamente el estrés. El consumo de drogas y el estrés se encuentran íntimamente relacionados. La recaída también puede empezar cuando se vuelve al comportamiento de la época de consumo o cuando se dejan de tomar medidas preventivas y se acepta la exposición al riesgo. Volver a consumir es el punto final de un proceso, no el principio.
La recaída es inevitable: falso
La recaída es absolutamente prescindible y evitable, pero esto no quiere decir que sea fácil conseguirlo. Reconocer las señales que nos llevan a consumir drogas nos ayudará a evitar las recaídas. En rehabilitación aprendes a evitar y gestionar la exposición a esos factores que aumentan la probabilidad de consumir drogas. La parte más controvertida es la que hace referencia a lo prescindible o no de las recaídas. Muchas personas en rehabilitación necesitan comprobar la imposibilidad de una relación saludable con el juego o las drogas mediante las recaídas. Sin embargo, crear sentencia de estas situaciones es un error. Lo normal no es recaer, lo normal es tener que hacer un gran esfuerzo para evitar las recaídas.
Solo es recaída si tomas la droga habitual: falso
Otro mito muy común es el que hace referencia a las sustancias preferidas. El consumo de alcohol o cualquier otra droga que se emplee para adormecer los sentimientos constituye una recaída para una persona en rehabilitación. Esto es así, aunque no se haya tenido problemas con dicha sustancia en el pasado. Seguramente la persona acabará consumiendo la sustancia preferida o creando una adicción a las nuevas sustancias. Además, otros alteradores del estado de ánimo gestionados de forma inadecuada (como el dinero o el sexo) pueden provocar ganas de consumir y precipitar la recaída.
Una recaída anula el progreso realizado: falso
Tener una recaída no significa perder lo conseguido hasta ese momento. La experiencia que se adquiere sin consumir ofrece siempre un resultado positivo y es parte del aprendizaje en recuperación. Como comentábamos, la recaída supone un detenimiento puntual en la evolución del adicto en tratamiento, pero no un fracaso. Recaer nunca supondrá ‘volver a empezar’, lo cual no resta peligrosidad al hecho de volver a tomar. Debemos tener en cuenta que recaer puede suponer en ocasiones daños irreversibles. Por ejemplo, relaciones de pareja que se rompen cuando se produce una recaída. En cualquier caso, si tras recaer restauramos la abstinencia, la recuperación podrá continuar favorablemente.
Está bien tener alguna recaída: falso
A pesar de que una recaída no debe ser el fin de la recuperación ni un motivo para castigarse, es peligroso aceptarla como parte normal o positiva del proceso. Las recaídas implican retornar al estado activo de la persona adicta. Es decir, vuelve la enajenación, la irritabilidad, una posible pérdida del control sobre el consumo y las consecuencias son cada vez más negativas y demoledoras. Algunas personas nunca vuelven al camino de la recuperación tras la recaída. Por lo tanto, tener recaídas nunca es positivo, ni tampoco es aconsejable aceptarlas como parte del proceso.
Si usted, o un familiar suyo, están sufriendo problemas con las recaídas, pueden ponerse en contacto con alguno de los psicólogos especialistas en alcoholismo de la clínica Ivatad.