Investigaciones recientes han destacado el potencial de nuevas terapias para la adicción a la cocaína. Determinados estudios indican que el tratamiento con psilocibina, anticuerpos monoclonales o inhibidores de proteínas motoras, podrían mejorar la eficacia del tratamiento para la adicción a la cocaína. Hablamos de terapias farmacológicas destinadas a complementar la psicoterapia, parte fundamental del abordaje de la dependencia a la cocaína.
Las investigaciones en curso exploran la eficacia de distintas terapias para la adicción a la cocaína, centrándose en los resultados a largo plazo y la extrapolación a grandes grupos de población. A la espera de resultados definitivos, estas terapias ofrecen nuevas esperanzas a personas con dependencia a la cocaína y sus familiares.
Nuevas terapias para la adicción a la cocaína
A diferencia del alcoholismo y la dependencia a opiáceos, la adicción a drogas estimulantes no dispone actualmente de un tratamiento específico al margen de la psicoterapia. Sin embargo, contamos con ciertos fármacos que ayudan a reducir el craving de cocaína y los síntomas de abstinencia. En este sentido, algunos ansiolíticos, antidepresivos y antiepilépticos, han mostrado eficacia para combatir los síntomas relacionados con la adicción a la cocaína.
Cabe destacar que la mayor parte de estos medicamentos actúan sobre el mecanismo de recaptación de dopamina en el cerebro (fuertemente modificado en la adicción a drogas estimulantes). Sin embargo, las nuevas terapias para la adicción a la cocaína se centran en mecanismos moleculares distintos que veremos a continuación.
Vamos a describir las principales terapias en fase de investigación para la dependencia a la cocaína: psilocibina, anticuerpos monoclonales e inhibidores de proteínas motoras. No obstante, cabe mencionar que existen otros estudios con el mismo objetivo que también podrían resultar exitosos.
Psilocibina para la adicción a drogas estimulantes
Antes de empezar, debemos recordar que los tratamientos con psilocibina no están autorizados en la Unión Europea para ningún trastorno neuropsiquiátrico. Es decir, actualmente no podemos utilizar legalmente la psilocibina como terapia para la adicción a la cocaína, para dejar de fumar o como tratamiento para la depresión. Sin embargo, asistimos a un crecimiento del interés médico y científico por las terapias asistidas con psicodélicos.
En cuanto a las drogas estimulantes, la psilocibina ha demostrado suprimir el exceso de movilidad y la adquisición de recompensa asociado a la metanfetamina. Además, actúa como un fuerte agonista del receptor de serotonina 2A (5-HT 2A R). Esto es importante porque modifica el mecanismo de autoadministración de cocaína en animales, lo que se traduce en la disminución del riesgo de recaída.
Cabe resaltar que las nuevas terapias para la adicción a la cocaína se encuentran en fase de desarrollo. Es decir, la mayoría de estos estudios se llevan a cabo con animales (ensayos preclínicos) o pertenecen a ensayos clínicos en fases 1 y 2 (en humanos). Por ejemplo, la Universidad de Birmingham (Alabama) desarrolla un ensayo clínico acerca del tratamiento asistido con psilocibina para la adicción a la cocaína que se encuentra a la espera de resultados concluyentes.
Anticuerpos monoclonales para la adicción a la cocaína
En el campo de las adicciones, la inmunoterapia implica el uso de anticuerpos para contrarrestar los efectos de las drogas. Respecto a la cocaína, existen ensayos clínicos con anticuerpos policlonales (TA-CD y dAD5GNE) que ofrecen resultados mixtos en cuanto a su eficacia. Básicamente, la terapia consiste en bloquear la molécula de cocaína con anticuerpos impidiendo su acceso al cerebro y los efectos gratificantes. No obstante, la denominada “vacuna contra la cocaína” continúa a la espera de resultados definitivos.
Mediante un mecanismo similar, los anticuerpos monoclonales surgen como terapia esperanzadora para la adicción a la cocaína. A diferencia de los anticuerpos policlonales, estos son creados por clones de una sola célula progenitora, por lo que resultan extremadamente específicos.
En la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati (Ohio) están desarrollando un anticuerpo monoclonal anti cocaína (h2E2) que apunta resultados prometedores. El anticuerpo h2E2 se une a la cocaína impidiendo su entrada al cerebro y anulando sus efectos. En este sentido, los ensayos indican que h2E2 disminuye la autoadministración de cocaína, por lo que podría resultar útil para prevenir las recaídas.
Terapias basadas en proteínas motoras moleculares
Uno de los campos más interesantes en la investigación de terapias para la adicción a la cocaína hace referencia a la plasticidad neuronal y el citoesqueleto. La cocaína induce una neuroplasticidad significativa y duradera en el cerebro (mediada por diferentes proteínas) que respalda la búsqueda sostenida de la droga incluso después de largos períodos de abstinencia.
La modificación del citoesqueleto neuronal como consecuencia del consumo de drogas constituye uno de los campos de investigación más prometedores actualmente. En este sentido, numerosos estudios apuntan a la plasticidad de las zonas cerebrales que gestionan la motivación, las emociones y la cognición, como responsable del consumo persistente de cocaína a pesar de sus consecuencias negativas.
Debido a su complejidad, únicamente citaremos el papel fundamental que desarrollan algunas proteínas implicadas en la neuroplasticidad (actina, cofilina, miosina no muscular 2B, etc.). Estas moléculas podrían ser responsables del aprendizaje de la conducta de consumo de cocaína, los recuerdos asociados y la tolerancia. Es decir, el cerebro aprende a funcionar en presencia de la droga modificando la arquitectura neuronal a través de estas proteínas.
Por lo tanto, los inhibidores de la modificación del citoesqueleto neuronal (bebblistatina, podofilotoxina, inhibidores de mef2, etc.) ofrecen un futuro esperanzador en el desarrollo de nuevas terapias para la adicción a la cocaína.
Obtén más información en el siguiente artículo: Tratamiento actual para la adicción a la cocaína.